(5 de enero de 2004)
Aquella tarde de lunes estaba terminando de transcribir para el sitio de Fecunda la entrevista que la hermana Ofelia Lobos había dado a mi amigo Oscar, donde relataba su experiencia, aquella que llevó a la beatificación a Laurita Vicuña, la niña chilena que había ofrecido su vida a Dios por la conversión de su madre.
Al terminar de subir las páginas a internet, me sentía contentísima con el trabajo. Sentada frente al escritorio junté las manos en mi frente y en actitud de oración cerrando mis ojos le dije a Laurita: “¿Sabes?, estoy tan feliz con esta entrevista sobre tu milagro, quedó todo tan bonito que quiero agradecer la ayuda que nos diste. Laurita, no quiero pedirte nada, pero quiero tú lo hagas. Te daré cualquier cosa que me pidas, lo que sea, para demostrarte mi agradecimiento”.
Finalizada la oración apagué el computador. No habían pasado ni cinco minutos desde que hice el ofrecimiento a Laurita cuando el teléfono que estaba sobre el escritorio sonó. Contesté la llamada y la mujer que estaba al otro lado de la línea me dijo lo siguiente: “¿Hablo con la señora María Susana Riquelme?”. “Si, con ella “- le respondí. “Mire, la estoy llamando desde la fundación Laurita Vicuña, que es una fundación que acoge niñas sin hogar o en riesgo social y la llamo para solicitar una pequeña donación mensual por un período de cuatro meses para mantener el comedor de las niñas. ¿Estaría usted dispuesta a colaborarnos?”... Desconcertada tuve que apoyarme en la pared y jubilosamente le contesté: “¡Por supuesto! lo que usted quiera, el monto que usted quiera!”... Sorprendida mi interlocutora replicó: “¿Está usted segura? ¡mire que nadie me responde con las ganas con que usted lo hace!”... “Es que si supiera...” -le contesté. Entonces acordamos el monto y la forma de pago. La mujer se despidió muy amablemente agradeciendo más que el monto de la donación, mi alegre y total disposición a ayudar. Y yo quedé flotando entre nubes, feliz de que Laurita me hubiera cobrado inmediatamente la oferta. Era la prueba irrefutable de que estábamos en total comunión en Dios. Ya podría decir que somos amigas...
Aunque esto ocurrió hace más de tres años, seguí aportando mensualmente con la obra. Después de todo, sé que Laurita intercederá para que no me falte dinero para colaborar...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario